Resiliencia, la valiosa capacidad de reconstruirse
Hay tres claves fundamentales para poder mantener motivado al equipo de trabajo y mantener la productividad, a pesar del distanciamiento social.
El difícil, complejo e incierto entorno en el que nos encontramos inmersos desde hace más de un año con la aparición de la pandemia, nos ha exigido habilidades y capacidades que quizá antes no nos parecían prioritarias y hoy son fundamentales para enfrentar los enormes retos que se nos presentan.
Si bien no existe una guía de supervivencia, es fundamental que las personas y organizaciones tengamos la habilidad y disposición para adaptarnos a un nuevo entorno y a condiciones adversas. Hoy, más que nunca, es un deber del ser humano hacer introspección para reconstruirse tan rápido como pueda y readaptarse constantemente.
Esa capacidad tiene un nombre: resiliencia. Este concepto no es nuevo, pero sí ha ganado relevancia en los últimos meses. Significa tener la entereza necesaria para hacer frente a las dificultades, sobreponerse, superarlas, salir fortalecidos y seguir proyectando hacia el futuro. Es una cualidad que aplica tanto a personas como a empresas.
No es estar preparados y tener un protocolo de pasos a seguir, sino la capacidad de reponernos con prontitud de experiencias difíciles. Y es que no todo lo que nos sucede en la vida es positivo, también hay situaciones que nos dañan, desequilibran y hacen flaquear; pero la diferencia es cómo salimos de ellas y qué tan rápido.
Por ello, es muy importante que las empresas y sus líderes brinden las herramientas para que los colaboradores se adapten y readapten cuantas veces se requiera. También, que dediquen esfuerzos a ver de qué manera realizan intervenciones para que sus equipos se reconstruyan lo más rápido y puedan seguir dando resultados de negocio.
Esto debe ir acompañado de otras acciones que permitan fortalecer la resiliencia en los colaboradores, como si fuera un “músculo emocional” que se desarrolla a través de la cultura. ¿Qué pasos se pueden dar al respecto? En principio dejar a un lado la cultura del castigo y la culpa que tan arraigada está en América Latina, y por contraparte privilegiar la creatividad, la innovación y la flexibilidad en la solución de situaciones cotidianas. Requiere de los líderes saber delegar, brindar confianza y empoderar a sus colaboradores para que se involucren, se comprometan, actúen con mayor seguridad, tomen decisiones pensadas en el equipo e impulsen cambios positivos.
De esta forma, debidamente guiados, los colaboradores podrán enfrentar las situaciones con mayor fortaleza emocional, enfocarán su energía en lograr metas, tendrán menos frustraciones si encuentran dificultades y compartirán su satisfacción cuando las solucionen. Así que desarrollar resiliencia es un proceso personal del ser humano, pero también grupal, y las empresas tienen hoy la gran oportunidad para iniciar el cambio que les ayude a allanar el complicado camino que les ha tocado transitar.