Adaptabilidad, un pilar para afrontar los cambios
En general hay grandes esperanzas en el mundo de que la vacunación nos regrese a algún tipo de normalidad. Empresas y personas apuestan a que cuando la mayoría de la población esté vacunada se logre inmunidad de rebaño, se controle la pandemia y todo regrese a como era antes.
Las cosas nunca volverán a ser iguales a cómo eran antes de la crisis sanitaria que nos ha asolado por más de un año y medio. En realidad, las transformaciones profundas que se han gestado no solo no retrocederán, sino que se están acelerado y así continuarán.
Virólogos, inmunólogos y científicos de otras áreas de la salud han alertado casi desde el inicio de la pandemia que la vida no va a ser la misma y simplemente debemos adaptarnos. Algunos estiman que así seguirá hasta que hallen una vacuna efectiva y universal, otros consideran que quizás el virus no se vaya nunca y tendremos que convivir con él.
Lo cierto es que para sobrevivir en las difíciles circunstancias que se nos han presentado ha sido indispensable cambiar. No solo las personas, las empresas también han debido ser flexibles para llevar a cabo los cambios requeridos, y aquellos que se han adaptado mejor son quienes han sorteado con mayor éxito el vendaval que se desató.
Es fundamental, como podemos ver, la adaptabilidad, pero ¿qué es? Es la capacidad que posee el ser humano de reaccionar, responder y resolver problemas de manera adecuada a las exigencias del entorno, sin que se vea afectada su eficacia y eficiencia. Es ajustarse a los cambios con éxito.
Conviene a las empresas contar con equipos (líderes y colaboradores) capaces de afrontar retos y con disposición al cambio. Sin embargo, la adaptabilidad no es algo que se da en las personas o al interior de las organizaciones de manera espontánea; se trata de una habilidad adquirida y fomentada.
Esto quiere decir que es un proceso formativo. Por ello, empresas e individuos deberían estar preocupados por desarrollarla y ejercitarla, para que se convierta en el músculo que ayude a mover la vela de ese barco llamado organización, y aprovechar la fuerza y dirección del viento hacia donde esté soplando.
Cabe recordar, tomando prestadas las palabras de Charles Darwin, que no sobrevive la especie más fuerte ni la más inteligente, sino la que se adapta mejor al cambio. Y esa misma analogía podemos aplicarla a las empresas.
Para estas significa brindarle las herramientas (tanto en información técnica como en aprendizaje conductual) a sus colaboradores para que puedan asimilar, aceptar y hacer suyos los cambios con flexibilidad y resiliencia.
La adaptación nos ayuda a enfrentarnos a los cambios, situación que puede despertar inseguridad, temor o ansiedad. El reto no es sencillo, aunque sí vital. Los cambios que hoy vemos son la punta del iceberg, y mucho depende de organizaciones e individuos navegar con soltura para sortearlo, evitar chocar y no hundirnos.